Durante días Tito se transformó en un ser sin alma. Caminaba con la mirada perdida, vacía, de su habitación al molino, vueltas infinitas a la rueda y, al finalizar la jornada, de regreso a su habitación para repetir ese mismo ciclo al día siguiente; así hasta el final, pensó, sin más, siempre. Cansancio, fatiga y nada.
Hace 8 años